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Su mujer, por un error incomprensible, lo abandona. Me abandona, si, sí. ?¯Porqué blasfemar? La meditación y la oración son sus solos remedios. Las oraciones son para cuando se pecó y yo no hice daño a nadie. ?¯A quién, cuándo? Dios permitió que mi mujer se fuese con un pastor, ¿y debo pedirle perdón? Sepa usted que yo respeto al Señor. Pero desde hoy, está en deuda. Está en deuda conmigo. Si esa mujer se fue, el crimen lo cometió ella, está claro. Refugie su conciencia pura en el Señor y le dará cuanto no le debe. Así es fácil hablar. Nada arriesga usted. Su buen Dios no se irá, está clavado en la cruz. Pero el mío. el mío, se fue. Sigue blasfemando, hijo. ?¯Hijo? Podría ser tu padre. y no hables de lo que no sabes. Ni te deseo que lo sepas, eres joven y sacerdote. ?Santa Cecilia es la patrona de nuestro pueblo, ¿no? Es bella, pura y dulce. ?Es una santa, ¿eh? ?¯Qué dirías si se fuese con un pastor? ?¯Qué dirías? !¡Que es absurdo y sacrílego! ?¯Y qué digo yo? Que ella está en casa de su madre. Él es joven, no conoce la vida. Toma panadero, toma un buen descanso, duerme un par de horas y comprenderás mejor. !¡Ah, es su almohada! ?La encontraste en su cuarto, ¿no? A los años tenía unos senos como naranjas. Ahora son vivos, como palomas. !¡Oh! !¡Y sus brazos! El olor de sus brazos. Cállese, es abominable. No, no era abominable. El olor de su cabeza sobre la almohada. Una noche, hace ya tiempo, soñó y tuvo miedo, y lloraba durmiendo. De pronto, se lanzó sobre mi. Y puso su cabeza, su cara, sobre mi hombro. Y se durmió con su pelo en mi cuello. Ahora estoy solo, estoy solo, y estoy en un atolladero. Si, Sr. Marqués, yo le digo que estoy en un atolladero. Estoy en un atolladero y en la amasadera que no amasa. Y digo que está en casa de su madre. Solo que, empiezo a dudar que quizás no esté allí. ?Debería volver, ¿no? !¡Pues claro que volverá! Sr. Marqués, lo digo por su salud, sí. Ese hombre no puede cuidarla, se resfriará. !¡A las de la mañana, en un caballo! !¡Un caballo robado! Perdón, señor Marqués. ?¯Dónde estás, Aurelie? Tápate bien. Vaya a comer, Sr. Cura, yo me quedo. Aquí hay para más de horas.

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