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Sí, y tengo vísperas. Yo, voy a hacer una cosa. Voy a reunir a todos, y organizarlos para buscarla. Si me necesitas, estoy en el Cír, donde podrás encontrarme. Gracias, Sr. Marqués. !¡Tonin! Deja la puerta abierta. Bueno. Te explicaré porqué. Mi padre tenía una faisana en el gallinero que no le servía para nada, pero él la quería, no sé porqué. Dios, solo lo sabe. Una noche, cerraron el gallinero como de costumbre. Sin darse cuenta que ella no estaba. Cuando volvió, no pudo entrar, y pasó la noche fuera. ?¯Y sabes lo que pasó? Un zorro la devoró. Deja la puerta abierta. Cálmate, está abierta. Déjala abierta. Deja la puerta abierta, Tonin. Estoy asustado. Si, verdaderamente asustado por esta escena atroz. Oh, no, no es atroz. Humana, simplemente. Este hombre, en verdad no es humano. Al contrario, su locura es la herida del alma. Él sufre. ?¯De qué sufre? Del amor que tiene por una mujer. ¯Pero el amor de una mujer, puede causar tantos desastres en seres razonables? Esos seres razonables, como usted dice, no son solo almas espirituales, tienen también un corazón envidiable. Para usted evidentemente el amor físico, no es un pecado conocido que se puede catalogar, según su pacto, a los que tienen la alegría de la carne. Pero usted acaba de ver la alegría por usted mismo, la alegría que lleva en sí el castigo, y que dio miedo al panadero, Cuando se tortura de esa manera, creo que ahí reside la verdadera enfermedad. Enfermedad tan repentina, como la peste, el cólera. ¿Y dónde atrapó la enfermedad? No es en el terreno físico. Yo temo que no basta ser hombre. El deseo es parecido, solo que no es material. Yo creo que fue parte del Diablo. Por otra parte, es la locura del pueblo. Pienso que son los niños los que dan vida al pueblo. Dirigirlos puede turbarme, pero en la consolación a los enfermos, la devoción por los pobres, son ocupaciones que me dan valor. Yo sé que usted es un buen espíritu. ?¯Y Monseñor, su corazón? Es precisamente la felicidad de los sacerdotes. Nada puede ser de mayor virtud. ?¯Como penetrar en la vida, sino arrojándose a la vida? La caridad abre la puerta del cielo y deseo penetrar

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